Entre bigotes y ronroneos

 En el afán de diferenciar hay gente que señala que la humanidad se divide en dos:  entre aquellos que aman los perros y quiénes prefieren a los gatos.

De ser así me considero del segundo grupo, desde siempre me he sentido fascinada por esos pequeños peludos, durante un tiempo no me fue posible tener uno pero por desviaciones del destino ahora tengo siete.

Hace un año fueron nueve pero dos ya se fueron al descanso.

Quiénes son mis peludos:

Celine, una gatita negra preciosa lista y toda una diva.  Tiene seis añitos y es mi corazón.

Mamá Gato. también conocida como Clementine, una gatita que fue adoptada y que en respuesta nos regalo una camada de cuatro gatitas y un gatito:

Ellas:

Peña, a quién le encanta robar cosas, de ahí el nombre en homenaje a un ex presidente mexicano.

Jasper, le dicen Chiquis pero a mi me gusta más llamarla Jasper, es una gatita Carey y muerde, arisca pero le encanta que la acaricien.

Bonita, una gatita tricolor, es bonita pero para mi no tan interesante, no hemos hecho clik nunca.

Morimori, una gatita negra, distinta a mi Celine, y muy arisca, pero también es muy bonita.

El

Grigio, de pelaje gris es el líder de la manada familiar de gatos.  Es amoroso y dulce.  Tuvo un accidente y se quedo sin un pedazo de labio pero aún así es precioso.

Y los que se fueron:

Bigotes, este gato no era propiamente mío, pero casi vivía en casa, precioso gato y según se dice probable padre de más de tres de los hijos de Clementine.

Señor Bolas, un gato negro hermoso, inteligente, valiente, bravo, un gran gato y un gran guardián.







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