Les cuento una historia de amor
Si hay algo que extraño es ver a un par de enamorados que de cuando en cuando les veía en las mañanas desde mi niñez. Ahora por causas relativas a la modernidad el lugar donde vivo se ha ido poblando cada vez más y hacia arriba lo que me impide verlos como antes llegué a hacerlo. Además me cuentan que ella ha perdido algo de su blancura y esplendor y a él no le dan más de 25 años para que pierda parte de su belleza.
¿De quién les hablo? de un par de volcanes que están en el valle de México, el Iztaccihuátl y el Popocatépetl y datos que encontré son la segunda y tercera montañas más altas del país, sobre los 5,000 mts sobre el nivel del mar. Un amigo especialista en excursionismo y montañismo que es vigilante y guía de la zona de los volcanes me cuenta que ella (Iztaccihuátl) ha perdido sus nieves y él (Popocatépetl) no le dan más de 25 años para que lo haga.
Duele escuchar esto porque era maravilloso levantarse en esta época y en un lugar de clima templado y la nieve ni la conozco y solo cae en algunos sitios altos, como esos volcanes, era espectacular ver un cielo azul, pero de verdad azul, limpio, frío, y al fondo esos dos enamorados cubiertos de blanco.
Pero va la historia de amor que les prometía:
Cuenta la leyenda que antes, mucho antes, de la llegada de los españoles a México, que todavía no se llamaba México, un rey tenía una hija, Iztaccihuátl, hermosa y joven la cual estaba enamorada de un apuesto y valiente guerrero Popocatépetl quien a su vez la amaba a ella pero su fortuna aún no estaba a la altura de lo que el padre pedía por su hija así que el guerrero salió para buscar honor y riqueza para merecer a la bella princesa. Pasaron meses y meses y ella no tenía noticias de él, pero seguía amándolo y siéndole fiel, él a su vez se inspiraba en ella para soportar las carencias e incomodidades que vivía en su búsqueda de un rey enemigo para llevar su cabeza como trofeo de guerra. Sin embargo, la belleza y virtud de la princesa llaman la atención de otro rey, un tlaxcalteca llamado Citlatepetl, el cual intrigando relata la muerte del guerrero amante de la joven y a su vez pide la mano de ella. Esta noticia deja desolada a la princesa la cual sin importarle ya su destino porque él ya no está, acepta ser la esposa de Citlatepetl. Se desposan y cuando es ya su mujer, un grupo de guerreros llega encabezados por Popocatépetl quien trae la riqueza que necesitaba para casarse con su princesa y la cabeza del rey enemigo como prueba de valor y honor. Al enterarse de la noticia y de como sucedieron las cosas, hay una lucha entre ambos hombres, Iztaccihuátl también se da cuenta del engaño y corre por el antiplano, desesperada y debatiéndose entre el amor y la obligación. Popocátepetl la sigue y la encuentra tendida en una planicie, boca arriba, como dormida, se acerca a ella pero ella ha dejado de existir. Delicadamente, toma a su amada y la coloca en un altar. El guerrero, inclinado frente a ella, llora y sufre, se da cuenta que de nada le importa el honor, riquezas y todo sino está ella y pide a los dioses que se compadezcan y que si en vida no pudieron estar juntos, que al menos en la muerte él pueda cuidar su descanso.
Los dioses se compadecen de este gran amor y en una planicie, la nieve cae y las siluetas de ambos amantes se van cubriendo de blanco a tal grado que en la mañana aparecen dos altísimas montañas con las formas en que quedaron sus cuerpos. En donde ella yace acostada, como dormida y él inclinado custodia su sueño eterno. Celoso, muy celoso Citlatépetl se da cuenta que aún en la muerte no pudo separar a la pareja así que a su vez pide a los dioses obscuros que lo conviertan en montaña también, lo cual le conceden y así este hombre sigue vigilando aún a la pareja de enamorados.



¿De quién les hablo? de un par de volcanes que están en el valle de México, el Iztaccihuátl y el Popocatépetl y datos que encontré son la segunda y tercera montañas más altas del país, sobre los 5,000 mts sobre el nivel del mar. Un amigo especialista en excursionismo y montañismo que es vigilante y guía de la zona de los volcanes me cuenta que ella (Iztaccihuátl) ha perdido sus nieves y él (Popocatépetl) no le dan más de 25 años para que lo haga.
Duele escuchar esto porque era maravilloso levantarse en esta época y en un lugar de clima templado y la nieve ni la conozco y solo cae en algunos sitios altos, como esos volcanes, era espectacular ver un cielo azul, pero de verdad azul, limpio, frío, y al fondo esos dos enamorados cubiertos de blanco.
Pero va la historia de amor que les prometía:
Cuenta la leyenda que antes, mucho antes, de la llegada de los españoles a México, que todavía no se llamaba México, un rey tenía una hija, Iztaccihuátl, hermosa y joven la cual estaba enamorada de un apuesto y valiente guerrero Popocatépetl quien a su vez la amaba a ella pero su fortuna aún no estaba a la altura de lo que el padre pedía por su hija así que el guerrero salió para buscar honor y riqueza para merecer a la bella princesa. Pasaron meses y meses y ella no tenía noticias de él, pero seguía amándolo y siéndole fiel, él a su vez se inspiraba en ella para soportar las carencias e incomodidades que vivía en su búsqueda de un rey enemigo para llevar su cabeza como trofeo de guerra. Sin embargo, la belleza y virtud de la princesa llaman la atención de otro rey, un tlaxcalteca llamado Citlatepetl, el cual intrigando relata la muerte del guerrero amante de la joven y a su vez pide la mano de ella. Esta noticia deja desolada a la princesa la cual sin importarle ya su destino porque él ya no está, acepta ser la esposa de Citlatepetl. Se desposan y cuando es ya su mujer, un grupo de guerreros llega encabezados por Popocatépetl quien trae la riqueza que necesitaba para casarse con su princesa y la cabeza del rey enemigo como prueba de valor y honor. Al enterarse de la noticia y de como sucedieron las cosas, hay una lucha entre ambos hombres, Iztaccihuátl también se da cuenta del engaño y corre por el antiplano, desesperada y debatiéndose entre el amor y la obligación. Popocátepetl la sigue y la encuentra tendida en una planicie, boca arriba, como dormida, se acerca a ella pero ella ha dejado de existir. Delicadamente, toma a su amada y la coloca en un altar. El guerrero, inclinado frente a ella, llora y sufre, se da cuenta que de nada le importa el honor, riquezas y todo sino está ella y pide a los dioses que se compadezcan y que si en vida no pudieron estar juntos, que al menos en la muerte él pueda cuidar su descanso.
Los dioses se compadecen de este gran amor y en una planicie, la nieve cae y las siluetas de ambos amantes se van cubriendo de blanco a tal grado que en la mañana aparecen dos altísimas montañas con las formas en que quedaron sus cuerpos. En donde ella yace acostada, como dormida y él inclinado custodia su sueño eterno. Celoso, muy celoso Citlatépetl se da cuenta que aún en la muerte no pudo separar a la pareja así que a su vez pide a los dioses obscuros que lo conviertan en montaña también, lo cual le conceden y así este hombre sigue vigilando aún a la pareja de enamorados.

Cuadros de Jesús Helguera
La Leyenda de los Volcanes y Grandeza Azteca


Comentarios
Somos tan ricos en historias, leyendas.. Nuestra cultura es maravillosamente rica y esta es una de las mas bellas
como vamos con el conteo navideño? jaja
besitos
un beso grande